jueves, 31 de marzo de 2016

Mi vida como Poler

Un día llega, como de la nada, un nuevo vicio, una pasión escondida en pequeños estudios llenos de tubos, así tal cual tubos.
Mucha gente te dice, eso es para "teiboleras" y muchas chicas que se dedican a este oficio, te dicen que si bien es su herramienta de trabajo, ellas quieren aprender para tener más propinas.


Entonces que es ese halo que rodea a una barra de metal?


Hace unos años sólo veía en los pocos videos y fotos, a chicas haciendo poses que para mi en ese momento eran imposibles, ahora muchos de esos movimientos son "básicos".
Hoy miro a gente volar, incorporando cada vez más elementos de circo y de danza.


Pero que pasa con uno que no es ni cirquero, ni acróbata o gimnasta...¿Qué pasa con nosotros que creemos que llegamos tarde al mundo de las piruetas, la fuerza y la contorsión?


Pues nada, sólo nos queda entrenar más duro, más fuerte, más alto, dejar de tener miedo a la caída (eso sí, usen su colchón de caídas), ser nosotros mismos.


Esa es la belleza del pole, podemos añorar lo que los demás tienen, pero al final, somos grandiosos porque alcanzamos lo que muchos nunca podrán y en nuestras limitaciones, podemos tener hermosas puntas sin ser bailarines de ballet o tener un maravilloso split que jamás creímos alcanzar, nos sentimos contorsionistas con sólo tocar la punta de nuestros pies.


Somos hombres y mujeres "comunes" en su mayoría, gente que trabajamos todos los días, como ingenieros, dentistas, contadores, en el hogar  y una larga lista de etcéteras, muchos nos dedicamos al pole casi de tiempo completo, otros sólo entrenan, otros más son instructores, a todos nos invade la misma fascinación, a todos trae motivación y fuerza ese aparato a nuestra vida.


Llamalo como quieras, gimnasia en barra vertical, pole fitness, pole dance, baile del tubo, baile del caño, pole sport, todo se refiere a lo mismo, a ese vicio que necesitamos todos los días, a los movimientos con los que soñamos todas las noches.


Hay veces en que queremos arrojar la toalla y dejarlo, otras más, nos lastimamos y nos toca conocer a los fisioterapeutas, porque no sabíamos que podíamos tener contracturas en los pectorales o lastimarnos el manguito rotador. 

Hay días en que el sólo roce del metal nos hiere y en otros momentos sentimos que podemos volar, que no importa el dolor o las marcas que el pole nos deje en la piel.





Alguien me decía, ustedes deben estar locas, vienen todas moreteadas, sin poder mostrar las piernas, ¿Qué van a decir de ustedes?


Eso también nos ha traído el pole, nueva gente, nuevos amigos igual de locos que uno, que no critican los moretes que se ven cuando usamos falda, sino que nos apoyan y nos motivan para hacer nuevas cosas, para saltar del pole al piso aunque el miedo nos paralice, no tenemos miedo de lo que digan los demás, estamos muy ocupados peleando con nuestro pánico a los saltos mortales o simplemente a un handspring.


En el Pole, todo se vale, todo se puede; y si no se puede, obtenemos una linda variación, la idea es expresar la pasión que traemos y sacar ese fuego interno que nos consume, ser uno mismo con el pole, bailar sin importar lo que el mundo diga.


Y que creen que diga la gente? Estamos locos? Somos masoquistas?
Dicen que somos necios, pero eso no es cierto, somos tenaces, somos polers.



En la foto, nuestra querida amiga y maravillosa poler Dayra Nungaray.
Siganla en su Facebook Dayra Nungaray

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